I
Hace varios días que me escribió, por correo electrónico. En
mi bandeja de entrada saltó su nombre y casi instintivamente, abrí su mensaje.
No sabía, y todavía no sé, qué cosa quería decirme. Lo que sí
sé es lo que quiero decirle, después de leerlo. La verdad es que no necesito
pretexto ni explicación –este es mi blog, pues- pero necesitaba una tarde harto
calurosa como ésta, el silencio alrededor que solo se interrumpe por el
ventilador y se acompaña por la música tenue de alguna playist que hallé en
Spotify...
A mí me llaman optimista patológica, Francisco; de manera que
no estoy de acuerdo con aquello que afirmas sobre la madurez. Lo que me
enseñaron a mí, mientras me educaban, fue que había que trabajar muy duro para
cambiar las cosas que no me gustaban en mi vida. De tal suerte que no suelo
conformarme. Tampoco me creo una obstinada sin causa: de alguna manera mi madre
–el mérito es todo de ella- me hizo entender también que hay empresas que no
valen la pena, o que llegan a un momento en que es mejor apagar e irse.
Estaría de acuerdo con la dicotomía con la que tratas a la
felicidad (las cosas que van bien, dices tú) y supongo que sucede así porque
las cosas que salen bien normalmente vienen acompañadas de ese velo místico y
les atribuimos la causalidad, digo yo que porque nos sentimos pequeños en todo
momento. Lo mismo pasa con el otro extremo: pero hay que agregar a un villano
para que la cosa adquiera sentido –al menos en nuestras novelas personales-
cuando quizá ni entendemos de qué van.
Por mi parte, cuando quiero pensar, prefiero correr. Me pongo
los tenis, salgo (si es bajo el sol de la costa, mejor) y reproduzco alguna
playlist, hasta que es ese mismo pavimento, o la pista, o la arena, lo que se
mueve bajo mis piernas. Es así como mis pensamientos se acomodan a sí mismos en
mi cabeza y a veces, sólo a veces, me golpean con una contundencia pasmosa.
No sé, todavía no sé, qué es lo que querías decirme. Fue precisamente
eso, el final de tu carta, lo que me llevó a encender otro cigarrillo y
preguntármelo de nuevo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario