lunes, 8 de noviembre de 2010

Celebraciones

Mariposas
Gustavo Pérez tiene una casa enorme, preciosa, con un poderoso jardín, 'Brigitte quería un jardín grande, muy grande', me dice. Como buen artista, tocado por la magia en su vida y en su persona, está rodeado de peculiaridades. Para llegar a su casa, hay que atravesar entre cafetos y liquidámbares, entre veredas y senderos, donde juegan niños y ladran perros. Su comedor es una mesa de billar habilitada. Las habitaciones son amplísimas y la decoración minimalista. Cuadros, libros, discos por todas partes. Música clásica -yo creo que era Schubert- sonando en el fondo. Todas, toditas las cacerolas y todos, toditos los recipientes, son de barro, de colores, oscuros, claros, brillantes.
Y en el centro de la mesa de billar hay un plato grande de barro sobre el que algunas mariposas muertas bailan la música de la vida, de los colores.

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