domingo, 7 de noviembre de 2010

Celebraciones

Ranas
Yo las veo, siempre las encuentro. No sé por qué, pero aparecen a mi paso. Se me para el corazón cuando casi las piso, o las pateo, porque no las veo, porque saltan, porque aparecen, porque se mueven y no me dejan calcular mis pisadas. Siempre. En las noches, en la oscuridad, en los días, en la luz. Cuando llueve y cuando el sol del medio día del verano quema. Saltan, brillosas, pegajosas, cerca de mí. Me detengo, las miro. Quiero tocarlas.
Una noche, lo recuerdo bien porque fue apenas esta primavera, una ranita apareció, así de pronto, frente a mí. Yo creo que andaba de buenas porque cuando me le acerqué, no se movió. Me incliné hacia ella y la toqué, suavecita y babosa, chiquitita. Creo que me miró, creo que me entendió.
La aparté del camino para que los descuidos no la mataran y brincó, feliz, entre el pasto corto. Ya luego la veo cuando paso; me saluda de lejos.

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