jueves, 7 de octubre de 2010

Insurgentes, DF

Camino en la ciudad, cuando ha caído el sol y el viento sopla frío en mi rostro. En mi ipod suenan notas sobre libertad y nuevos sueños, mientras una lágrima se me escapa.
Te respiro en el aire, lo sé. Te llevo en mi cuerpo, en mi alma. A la tristeza no se la lleva el viento, nomás: esa se queda, la desgraciada. Llamo a mis alegrías para que la expulsen, pero aquí anda, rondándome.
Miro esos edificios tan cercanos y tú de pronto apareces tan lejos que el miedo me abraza. Tengo miedo del viento, del frío, del otoño; de este octubre peligroso.
No hago más que caminar, esperando que las horas de la noche y el sueño venidero me calmen, me curen, nos junten.
Mañana iré a caballo a tu encuentro. Cuando haya caído el sol, estaré entre tus brazos. Y sólo entonces sabré. Sabré.

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